Tal vez algo como un te quiero o un me importas mucho fuera lo ideal, pero ya sé que aunque lo quiera no seré capaz. Si el solo hecho de sentarme cerca suyo, de que me hable, que me mire, de oír su voz y sus comentarios sarcásticos e irónicos me acelera el corazón considerablemente, cómo seré capaz de confesarle algo tan importante? Tan sincero, tan profundo? No, hasta ahí llego, sencillamente.
Iré al grano y dejaré de dar vueltas en círculos: el Alonso me gusta, y mucho. Soy aún una niña y lo entiendo, pero esta vez siento que es distinto, me doy cuenta que he llorado por él, que lo quiero tal y como es, que aunque no posea el don de la belleza en todos sus sentidos me encanta.Y no es eso el amor? Ya sé que dirán: que soy una niña, como yo misma dije, que aún es muy pronto para pensar en algo así y que no debería amar a una persona que me ha hecho sentir mal y que (según mi madre) está mal de la cabeza. Pero no lo puedo controlar, sinceramente, aunque lo he intentado.
Siento haber tenido mi momento extremadamente cursi, pero a veces uno lo necesita. Y yo constantemente necesito decir las cosas que pienso, ya que una buena parte de mis sentimientos me los guardo. Maldita sea, por qué no soy una de esas personas que llega y escupe, aunque luego se arrepienta? Que es lo que pierdo? Un día le dije a mi madre «no gano nada con hablar«, pero luego de conversar con ella me di cuenta que sus palabras eran muy certeras: al hablar ganas más de lo que pierdes. Me gustaría poder aplicar eso…
Qué más puedo seguir que seguir mirándolo como siempre? Puedo, tal vez, mostrarle un poco más de mi verdadero yo, de la chica agresiva y sarcástica que llevo dentro, y no la callada y sumisa que ve todo mi curso en el colegio? Yo no soy así; no hay cosa que desee más que volver a ser la misma de antes, porque hubo un tiempo en que yo podía expresarme de igual forma en todos lados.
No voy a marearlos más con idioteces, a ustedes les da lo mismo lo que a mi pase (y si resulta que en verdad no les da lo mismo, gracias por preocuparse por mí). Pero contaré algunas anécdotas y pillerías, ahora que ya reconozco mis sentimientos, que mi familia lo sabe de mi propia boca y la Javiera también.
Primero, era conseguir algún modo de contacto con el Alonso. Le pedí a la Javiera que se consiguiera su número de teléfono, pero entre tantas tareas y ocupaciones nunca pasó nada. Oh, vamos, quería ese número pronto! Cuando ella le pidió su teléfono celular un día en que la retirarían temprano, nos fuimos al baño de mujeres en el tercer piso a usarlo…mejor dicho, a pasárselo a las otras compañeras que sí lo usarían. Fui la última en tomarlo y ya todas se habían ido, incluida mi amiga a la que ya habían llamado el inspector, pero con mi celular y el de él en la mano, puse en práctica mi plan: me apreoveché de la situación y del saldo en el aparato del Alonso para marcar mi número en el suyo y guardar el número de la llamada entrante. Tenía un punto a favor: le piden tanto su teléfono al Alonso para marcar a números desconocidos que uno más no levantaría sospechas, y dando saltitos fuí a devolverle su celular, que me recibió sin darme sinquiera un gracias.
Lo he llamado tantas veces! No me atrevo a hablar, pero oír su voz me alegra el día. Sólo una vez intercambiamos palabras, y fue cuando él llamó de vuelta; casi se me salió el corazón de los nervios y la euforia, lo admito. Hoy lo llamé desde mi celular (que se llama Lavi.chan, adivinen por qué…) y luego de insistir muchas veces porque me mandaba al buzón de voz, logré escucharlo y me sentí tan feliz, como si mi cansado corazón que ya a su corta edad ha pasado suficientes malos ratos de pronto se sintiera más descansado, más tranquilo, más feliz.
Por otra parte, me he dedicado a jugar con sus llaves. Muchos me han dicho e incluso él mismo «qué es lo que tienen? estás obsesa con ellas» pero las amo porque son suyas y porque él parece divertirse al jugar conmigo. Siempre se queja de que se aburre, así que divertirlo me parece lo más lindo que puedo entregarle por el momento, aparte de mi amistad. Me ha dicho que parezco un gatito al seguir la cadena de la que cuelga su juego de llaves. Dios, los gatos no me gustan, pero si el Alonso me lo dice lo aceptaré con gusto!
No sólo me ha hecho más feliz el sentirme enamorada, si no que la complicidad entre la Javiera y yo es aún más que la que había antes. Ah, como es lindo sentir que tu corazón está lleno de una vez por todas!
Finalmente, quiero agradecer a Lemuria e Ignacio por sus comentarios y contarme sus experiencias. Ignacio, el último párrafo que dejaste era exactamente lo que yo sentía en ese momento, muchas gracias por la comprensión.
Y Lemuria, no te preocupes si nunca te has enamorado. El amor ya llegará.